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La casa del minotauro

  • Foto del escritor: Estefan Rivas
    Estefan Rivas
  • 21 oct 2024
  • 3 Min. de lectura



Borges, en "La casa de Asterión" (1949), nos presenta el lado "humano" del "Minotauro", antiguo monstruo griego producto de la unión entre Pasífae y el "Toro de Creta"; unión que remite al "castigo" por atreverse a traicionar al Dios olímpico de los mares. El Minotauro, como producto de un castigo, es encerrado en un laberinto, al igual que en los casos donde ciertas familias suelen encerrar secretos que los avergüenzan, aunque ellos mismos estén implicados en esa historia que pretenden negar donde habita "algo vivo y eróticamente monstruoso".


Freud (1919) al rastrear la etimología de"Un-heimlich", en su escrito sobre "Lo ominoso", le da un lugar particular a las palabras de Schelling: "Se llama Un-heimlich a todo lo que estando destinado a permanecer en el secreto, en lo oculto, ha salido a la luz". ¿Acaso la figura del Minotauro no podría presentificar una de las tantas formas de lo ominoso en la literatura griega?, ¿A caso el momento de anagnórisis en la tragedia edípica no podría considerarse ominoso?


Borges, en el texto citado, y en forma de narrador homodiegético, hace hablar al lado humano de la bestialidad, como si apelara más a Asterión que al Minotauro:

"Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales".


Melenotte (2005), en "Sustancias del Imaginario", menciona que "Con el término Heim, Freud introduce al sujeto en el registro de lo familiar que Lacan llama la "casa del hombre". Pero con el surgimiento del unheimlich, esta casa es más bien una residencia para el sujeto, más allá de la imagen que él creía suya" (pág. 186).


En el Asterión de Borges podemos hallar un eco de ese "Heim":


"Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. (...) A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa (...). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa".

Para el Asterión de Borges no hay laberinto sino "casa","heim", y es un lugar que ocupa como cualquier mortal; el secreto habita sin saberse secreto, incluso, al Asterión de Borges, le pesa la soledad:


"(...) sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. (...) ¿Como será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?"


Y podemos preguntarnos, si hubiera algún espejo aún podría realizarse ese cuestionamiento "¿O será como yo?", da la impresión que ese Asterión no se sabe monstruoso, o como si la bestialidad viniera justamente de un lugar donde podría ser "mirado", lo cual se manifiesta en el final del cuento de Borges:


"El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.


—¿Lo creerás, Ariadna? —dijo Teseo—. El minotauro apenas se defendió".


¿Quién se habrá llevado la sensación ominosa?, ¿Qué tipo de monstruo habrá encontrado aquel héroe que entró a una casa y no a un laberinto?


Estefan Rivas


Bibliografía:


Melenotte, G. H. (2005). Sustancias del imaginario. México: Editorial psicoanalítica de la Letra A.C.

Literatura.us. (2018). La casa de Asterión, Jorge Luis Borges (1899-1986). [online]: http://www.literatura.us/borges/lacasa.html [13 Ago. 2018].

Freud, S. Lo Ominoso (1919). Amorrortu Ed. T. XVII

Pintura de George F. Watts

 
 
 

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